El Ayuntamiento de Montcada i Reixac y la Conselleria de Agricultura han impuesto tres multas por un importe total de 19.000 euros a un cazador que tenía encerrados, en unas condicions deplorables, a una treintena de perros en una finca de ese municipio. En la parcela también se hallaron los restos de otros 23 canes, la mayoría de ellos enterrados, aunque uno de los cadáveres correspondía a un animal que había fallecido envenenado pocas horas antes.

En su resolución, Agricultura también inhabilita a Faustino L. P. para la tenencia de animales durante un periodo de cinco años por maltratar o agredir físicamente a los animales, mantenerlos sin la alimentación necesaria y en instalaciones inadecuadas desde el punto de vista higiénico y sanitario, y por no prestarles la atención veterinaria necesaria.

Los hechos se remontan a diciembre de 2011, cuando Fundación Altarriba y DAR Animal Rescue documentaron la presencia de 33 perros en muy malas condiciones en una finca de Montcada. Los animales fueron decomisados días después por los Agentes Rurales de la Generalitat.

“Lo que vimos allí era un infierno de suciedad, agua podrida, cadenas y excrementos”, explica Karin Pielanen, de DAR Animal Rescue, que intervino en el decomiso. “Aquellos animales estaban suplicando por su vida. En días anteriores vi a uno atado con parte de las vísceras fuera, y otro que me lamía la mano a través de los barrotes. El día del decomiso encontré el cadáver de este animal tirado en el basurero, con una herida terrible en la pata”. Según la necropsia, murió por ingesta de un producto químico utilizado en la agricultura.

Yolanda Valbuena, responsable del área jurídica de la Fundación Altarriba, dedicada a la protección de los animales, ha explicado que esta es la sanción económica más elevada que se ha impuesto en Catalunya por un caso semejante.

La especialista jurídica denuncia que hay algunos cazadores que mantienen a sus perros “en pozos miserables, inmundos, con heridas sin curar infectadas. Utilizan a los perros para su hobby particular, pero queriéndose ahorrar los veterinarios y alimentación. Los mantienen atados a lo largo de toda la semana, salvo los días de caza en que los lanzan contra un jabalí. El resto de días y meses del año, los animales se mueren de pena y de dolor, atados todo el día o encerrados en diminutas jaulas”, añade.

Valbuena afirma que las protectoras de animales se enfrentan frecuentemente a situaciones como esta, en las que tienen que hacerse cargo de un gran número de animales maltratados e intentar encontrarles un nuevo hogar. “Es vital que la sociedad nos ayude, porque solos no podemos. Las protectoras nos encargamos de la parte más dura, pero necesitamos apoyo para seguir”, añade.

Fuente: elperiodico.com